viernes, 21 de septiembre de 2007

Desempolvando la historia: Sucre nunca fue capital de Bolivia

Arturo Murillo
Artículo de la portada del periódico PUKARA No. 22, del 7 de agosto al 7 de septiembre de 2007

Detrás del ansia de capitalidad está la vieja mentalidad colonial que tiene que desaparecer definitivamente

La capital está en la grupa de mi caballo
Manuel Isidoro Belzú

La Historia la escribe quien la gana, pocas veces quien la hace y menos quien la sufre. Cuando Carlos de Mesa, propuso “el retorno de la historia a sus orígenes”. – exabrupto célebre – es decir a la ciudad de Sucre, pese a sus mediocridad intelectual (la ex Audiencia de Charcas nunca había necesitado moverse para sugerir su presencia), avizoró el peligro que El Alto y La Paz representaban.

Porque, precisamente el espíritu de la capital de la ex Audiencia de Charcas, acomodó la historia a sus orígenes, elaborando el universal histórico del vencedor. De ahora en adelante solo los criollos debían ser los protagonistas de la historia y continuarla, en los libros y en los hechos. Es la clave del centralismo boliviano. Así Charcas no era ubicua en un espacio determinado sino en la mentalidad boliviana gobernante, estuviera donde estuviera. Ya lo dijo Belzu: La capital está en la grupa de mi caballo.

Es obvio que la emancipación americana nos libró del yugo español. Los mismos criollos habían sido segregados por lo que establecieron una república que les devolviera el orgullo. Pero se cambio para no cambiar. La nueva jerarquía continuó con la prohibición del ingreso de los indios a las Plazas Mayores, tanto literal como metafóricamente, estableciéndose así la nueva supremacía fundamentalista, basada en parámetros similares: marginar ala indio. Así, el imaginario colectivo de una república confirmó sus señas de identidad en ele apellido criollo, la alta educación y los blasones nobiliarios, como prolongación del poder colonial. Stalin dijo: “no haya nadie más conservador que un revolucionario en el poder”. Así la Casa de la Libertad tomaba la posta a la Audiencia de Charcas, negando la emancipación de los indios, lo que hubiera puesto en peligro a su incipiente poder.

EL DESPOTISMO ILUSTRADO Y LOS ETERNOS E INTRIGANTES “DOCTORES DE CHARCAS”

Pero un nuevo país también necesita cronistas y que una Historia comience desde cero. No es fruto del azar que en Sucre esté el archivo histórico mayor y sus guardianes más conspicuos: Carlos Mesa, Fernando Cajías, Alcides Parejas, Mariano Baptista, L. Siles Siles, etc., (especie de vacas sagradas y faros del conocimiento permanentemente consultados) heredaron a “los siete sabios” de Surapata, pléyade de pensadores chuquisaqueños como Francovich o Gantier, su acceso ilimitado a la confidencialidad archivística, investigación, especialización externa (becas, etc.), en una suerte de monopolio intelectual; afectos, por lo demás, a las Humanidades, los altos cargos públicos, la diplomacia y el Derecho. «Pero también les inculcaron el amor por su tierra natal, pues creían que la tierra altoperuana les pertenecía exclusivamente y guardaban el cariño paternal de los señores feudales hacia sus pobladores». (Gantier sobre la familia aristócrata Olañeta).

Charcas fue también una finca de descanso de los ricos azogueros de Potosí, y engendró a una suerte de parásitos y leguleyos; una clase ociosa que medraba de las mesas de los corte-sanos de turno y del diletantismo de la aristocracia, guardiana de los fastos de las viejas cortes monárquicas y endogámicas. Como el poder se heredaba familiarmente (hasta no hace mucho: MNR, MIR, etc.), era necesario que alguien tramitara su acomodo; sin importar mucho quien ganara el Poder. (Es la clave del atraso boliviano y no como afirma el aprendiz de hechicero Roberto Ruiz Was Werner, diputado tarijeño, que se debe a los noraltiplánicos paceños. No es culpa del pueblo de La Paz que los tarijeños sean incapaces de generar tecnología propia para el gas, y de su escasa inteligencia, demostrada al haber elegido Bolivia en vez de la Argentina; tal vez sus propios originarios hubieran estado en mejores condiciones que sus criollos). Y al ser una clase que se miraba el ombligo todo el tiempo, necesitaba prolongar aquellos fastos y acomodarse a las dictaduras, democracia, etc. Preinterpretaban o daban por hecho quién debería gobernar; además estaban sus símbolos.

LA CAPITAL DE LA PREINTERPRETACIÓN: EL TABÚ DE UNA CIUDAD BLANCA

Dice la historia que inicialmente la fundación de Bolivia debía haberse llevado a cabo en Oruro, pero los doctores les robaron el lugar y fue en Chuquisaca. La Capital se llamaría Sucre, pero sin darle ninguna ubicación geográfica; en tanto Chuquisaca sería la Capital provisional 3 años.

Cuando en La Paz cayó el presidente Andrés de Santa Cruz los doctores aprovecharon y se autonombraron como Sucre, presionando a Velasco quien emitió una Ley de Capitalidad para la ciudad blanca, pero que no fue introducida en ningún texto Constitucional como un precepto. Y ninguna de las constituciones subsecuentes llegaron a consagrar a Sucre como Capital Constitucional...» La ley de 18 de julio dice en su Artículo Único 1°. El Congreso Constituyente faculta al Padre de la Patria y Fundador de Bolivia, Simón Bolívar, para que... mientras se levanten los edificios necesarios para el Gobierno y Cuerpo Legislativo, Chuquisaca se declara Capital Provisoria de la república boliviana... Sin embargo de lo anterior, es evidente que sería un absurdo decir que como la Constitución se limita a decir «Capital de la República», sin añadir a quién se refiere en concreto, no es posible identificar a nadie en aquella calidad...». Y es tan así que en la actual Constitución Art. 46, no se menciona a Sucre como Capital. Pero ¿cuál es la razón para que los guardianes de la Historia oficial nunca desmintieran la falaz Capitalidad chuquisaqueña? Por la preinterpretación, muy marcada en su subconsciente, de la Real Audiencia de Charcas, con una tradición aristocrática de 250 años, y que no debía perderse con la «independencia». El antropólogo E. Valeriano afirma que ni siquiera tuvimos un Acta de Fundación, porque sencillamente ya no se necesitaba, ni llamarían a consenso con todos los nuevos bolivianos para discutir leyes, fijar símbolos o capitalidades. Era una fundación espuria porque cambiarían las formas, pero no el fondo ni la costumbre.

¿Alguien se imagina a Mesa o Cajías revisando la historia y aclarando que no se puede perder lo que no se tuvo nunca: la capitalidad?, ¿y cambiando el eufemismo de sede de gobierno para La Paz, que era una ciudad más de comerciantes y no tenía la tradición aristocrática? Aquello hubiera ¡do en contra de lo que el mismo Mesa escribió: «Sucre, una capital que nadie puede discutir». Era negar una entelequia (algo meramente alegórico) como capital: blanca, culta, aristócrata monárquica, católica, y hasta masónica. (Olañeta fue católico y masón a la vez). Esto confirmaba la intocabilidad de una ciudad que tuvo escasa o nula trascendencia. No era necesario: bastaba implantar esta idea persistentemente a través de la prensa, los programas del Ministerio de Educación, cívicos. La preinterpretación usaba hasta a Felipillos, como V. H. Cárdenas. Tendría que suceder un fenómeno metafísico muy grande, como una nueva fe para olvidar la antigua y acabar con la preinterpretación.

LA CAPITAL DEL ALTAR Y DEL TRONO, LOS TERCIOS DE FLANDES O LA BANDERA DE LA CRISTIANDAD

En su «Fisonomía del Indio», Gustavo Adolfo Otero escribe: «Para extirpar a la cultura indígena los españoles sólo necesitaron dos cosas: su férrea voluntad de dominio y la iglesia católica”. En el siglo XXI el jesuita Eduardo Pérez llamó a extirpar al aymara, y junto con el capellán de Repsol, el jesuita Gramunt de Moragas, enarbolaron desde sus medios la Tesis de las dos Bolivias, productiva en el oriente y bloqueadora en occidente. Continuaban con la idea de que la Educación superior debía estar siempre en manos de la Iglesia, otra clave del atraso boliviano.

No en vano en Sucre se fundó la primera Universidad, Real y Pontificia San Francisco Javier. En «Monumentos de Bolivia», de Teresa Mesa (una familia muy afecta al arte virreynal, el mismo Carlos estudió en un colegio de jesuitas) dice: «Existe en la biblioteca de Paris el plano del Colegio de la Compañía en Charcas, en él se puede ver que junto a la iglesia principal existía otra exclusiva para los indios, creando así una estructura dual típica de los Jesuítas». Sucre, de encanto clásico o colonial español, es la ciudad con mayor número de iglesias en Bolivia.

Y para acompañar al absolutismo monárquico, se creó la blanca bandera chuquisaqueña Los tercios de Flandes, y otra paralela, igualmente blanca con una gran cruz roja al medio, semejante a la de los cruzados por la cristiandad.

El trono. Los papeles del aristócrata joven chuquisaqueño, Olañeta, acreditaban su legítimo nacimiento. Los apellidos de sus antepasados salían a relucir en sus documentos: Olañeta, Guemes, Marquiegui, Anzoátegui, Esles, Martierena, Ferraz de Campero, Mar-queses de Yavi y Valle de Tojo, (Gantier). «Esta ciudad, de inequívoco tinte hispánico estaba dividida en tres clases: la aristocrática o detentadora del Poder, la clase media y la proletaria». «En Sucre, parece que el ideal de vivir al estilo francés impulsaba a los potentados, y a los hombres que alcanzaban niveles de gobernantes, a copiar aunque sólo fuera en pequeña escala y formato reducido lo que habían visto en sus viajes a París: ahí está el Gran Teatro Mariscal de Ayacucho, copia en miniatura de la Opera de Paris. La monumental Portada del Cementerio General ¡mita al panteón de Paris. Hay una réplica en miniatura de la torre Eiffel, con un estanque con cisnes; la Glorieta o el Palacio Argandoña. Los paseos, en la Plaza, estaban estrictamente separados por castas en las diferentes veredas: «las criolitas y los soldados iban por el centro de la Plaza, las chotitas y señoritas de clase media en las vías anchas: hombres hacia la derecha y mujeres hacia la izquierda. Los artesanos y gente no bien vestida en las veredas exteriores. Era la retreta del Pueblo. Los aristócratas tenían su retreta exclusiva, a las 11 a.m., a la que en justa represalia no iba tampoco el pueblo. Como característica actitud conservadora de la élite sucrense y por las presunciones de alto vuelo aristocrático del que se jactaban algunas familias pudientes y por contagio de vanidades hacia el ambiente pretendían por todos los medios obligar a cada persona quedar anclada o permanecer de por vida en el nivel social donde nació, so castigo moral con el apelativo de «India refinada., se dice en el libro «Destellos de Sucre», de M. Laguna.

Sánchez de Lozada pensó en el Palacete de la Florida como nueva casa Presidencial, donde la crema sucrense bailaba valses de Straus. Muchos nobles compraron títulos nobiliarios en Europa, tenían mansiones en Sucre y pasaban los veranos en sus residencias en el Cachimayu, y la crónica social anunciaba viajes a Paris; origen tal vez de la excentricidad y locura que se atribuye a los nobles de Sucre.

LA PAZ: LA REGIÓN MÁS INDOMESTIZA Y REBELDE DEL CONTINENTE

Guillermo Medrano (Revista ABC 2004), Nos dice: «La reconstrucción histórica de la región paceña permite observar la existencia de innumerables hechos de rebelión contra el oprobio, luchas cruentas por la Libertad constituyendo la vanguardia revolucionaria de Bolivia.

Las gestiones heroicas del pueblo noraltiplánico a lo largo de su historia tienen como fundamento la ambición de luchar para sí, para conseguir sus glorias y combatir siempre contra aquellos que atenten contra su vitalidad. Pero ni aquellas gestas ni la de los mineros tuvieron eco ni gratitud, porque eran indomestizos y víctimas de la preinterpretación. No importaban sus-muertos de la Guerra del Chaco, del 9 de abril; las luchas por la recuperación de la democracia ni los muertos de Todos Santos o Febrero y la Guerra del gas. Este espíritu ingrato e indiferente hacia los indios lo refleja Chirveches en la «Casa Solariega:

«Los extranjeros que llegaban a la ciudad, eran aceptados en el Club Progreso. Había menos rigorismo para incorporarlos al mejor y más elegante club Social de Sucre, que para aceptar a los hijos del país. Estos últimos si querían pertenecer a aquel sufrían severo proceso de averiguaciones sobre su origen, costumbres, antecedentes, fortuna y círculo social. Se los rechazaba a menudo. En cambio, más de un aventurero vulgar había conseguido su entrada por el sólo hecho de ser de otro país».

Gabriel R. Moreno siempre criticó como característica del altoperuano la doblez: pero no supo mirar que esa idiosincrasia era parte inalienable y general de toda una mentalidad de sevicia y traición. Zarate Wilka fue traicionado por Pando después de ayudarlo en la Guerra Federal. Sólo le pedía restitución de sus tierras comunitarias y la emancipación indígena. Sucedió lo mismo en el genocidio de Kuruyuki de 1893, para que miles de indios guaraníes fueran muertos por tropas enviadas desde Santa Cruz y Sucre cuando reclamaban su territorio, y que se lo repartieron entre ambos departamentos, más Tarija.

PERPETUARSE EN EL PODER

«Lo que el ideal de una vida independiente en manos de los doctores de Charcas fue para Bolivia, la autonomía en manos de los conversos será para Santa Cruz el reciclamiento político del antiguo régimen de corrupción, la repartija de cargos públicos, y los nombramientos a dedo llevados a cabo entre camarillas. La figura de los doctores dos caras de Charcas se resiste a desaparecer de la historia de Solivia. Clase decadente que encabezó los primeros años de nuestra vida republicana, su figura ha llegado intacta hasta el siglo XXI. Andan en busca de grandes construcciones que edificar en Santa Cruz la vieja para equiparar su ideario depredador a la obra de las misiones jesuíticas. Está claro que para ellos el problema no es de escrúpulos. Sólo falta que nos quieran vender la calavera de Muflo de Chávez de cuando éste tenía 12 años». (F.Farell. La Prensa).

Y si el pueblo paceño es rebelde por tradición, es también manipulable por líderes mesiánicos como Evo Morales, rodeado de intrigantes y muchos ex gonistas que quieren perpetuarlo y perpetuarse en el Poder. Dicen que «cuando los líderes proclaman el amor a su pueblo es que los están preparando para ser carne de cañón».

Hoy, los mismos doctores, conocidos también como wayralevas, como Juan del Granado, un incendiario e intrigante personaje que ronda siempre la mesa de los cortesanos, y cuya doblez moral (cuando era consejero del MBL por Sucre prometió devolverle su «Capita-lidad») lo convirtió en una suerte más bien de rey Midas del infortunio: proyecto político en el que se involucra termina en fracaso o en sangre, sin importarle en lo más mínimo; o el mismo José L. Paredes, que llamó a voto cruzado: ambos todo para satisfacer su megalomanía y anguria por el poder.

Pero ¿será ahora el fin implícito de siglos de tradición en el poder y fe, junto con sus símbolos?
Lo cierto es que la Capital de la ex Audiencia de Charcas, brilla con ya pálidos fulgores. ¿Será el fin de la reinterpretación?

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